Hoy deseo seguir contándote de nuevo, apreciado amigo y lector, acerca de aquellos aromas que, asociados a ciertas experiencias y emociones, nos traen paz. Espero de todo corazón te haga pasar un buen rato lo que hoy te comento.
Tras despertarme de ésta corta siesta matutina propiciada en parte por la tranquilidad del ambiente y el relajante olor de la Lavanda, he de reconocer que me ha sentado francamente bien. En ocasiones, un rato de silencio puede ser mucho más reparador que la mejor de las terapias. Personalmente, para mí tiene la cualidad de ordenar mis pensamientos, de tal manera que consigo darle la importancia a las cosas que realmente tiene. Siempre lo comparo con esos souvenirs de figuritas en miniatura, que están metidas en una cajita de cristal llena de líquido transparente con una especie de nieve, y que cuando los agitas el polvo que simula ser nieve se revuelve por todas partes hasta que lo paras. Resulta fascinante ver cómo poco, a poco los copos se van depositando en la base formando una imagen realmente armónica y ordenada. Humildemente pienso que algo así es un rato de silencio para nuestro cerebro. Y si además, lo acompañamos de un relajante aroma … Creo que mucho mejor.
Me he decidido a salir de la habitación y abrir la puerta que está justo al lado. Lo que me encuentro es un gran cuarto de baño. Digo “gran” por lo enorme que me parece. Lo primero que me llama la atención es su olor a limpio. Y es que procede de unas grandes pastillas de jabón, que se ve casero por el tamaño, el color y la irregularidad de los cortes, colocadas sobre una cesta de mimbre cubierta con un pañito de lino blanco en una repisa junto a una jabonera. Se nota que el cuarto de baño ha sido cuidadosamente reformado, logrando conservar la belleza de lo que fué. El suelo es de cuadritos de unos 10 cms cada uno, en azul casi oscuro y blanco, formando combinación con la pared, que está alicatada hasta la mitad en un mosaico del mismo blanco y azul, seguido del resto de la pared, pintada en un blanco satinado. Una intensa y a la vez cálida luz entra por una gran ventana pintada con un marco blanco que tiene una fina cortina blanca formando ondulaciones en el extremo, al tiempo que está recogida con una cinta de color azul por la parte de abajo. Debajo de la ventana, hay una bañera. Pero no es como las de ahora, es una antiquísima bañera de porcelana con unas finas patas doradas, y que pienso son de cobre. Dos preciosos grifos dorados salen de la pared, los cuales se ve que son también antiguos. Junto a la bañera, a modo de decoración, hay un botecito transparente de base ancha con una tapadera que se ve contiene sales de baño. Resulta realmente tentador poner el tapón a la bañera, abrir el grifo del agua caliente, y verter las sales para darse un baño….
Continúo con mi paseo por la casa, sigo el pasillo y me decido a bajar las escaleras, volviendo a percibir de vez en cuando ráfagas de ese olor a rancio que casi me está a punto de gustar propiciado por la humedad del invierno. A mis pies, oigo el ligero crujido de los tablones de madera barnizada veteada que forman la escalera. En las paredes, se encuentran fotografías de personas que pienso vivieron en tiempos anteriores, y que supongo que son familiares, por el curioso parecido que les veo. La verdad es que siento cierta nostalgia ternura al mirarlas. Cualquiera que me lea puede pensar que para mí, cualquier tiempo pasado fue mejor. No es que sea así. Actualmente tenemos unos avances y unas comodidades que ya hubieran deseado para sí nuestros antepasados, pero lo que ellos sí tenían en mayor medida con respecto a nosotros, era tiempo para contemplar, e incluso tiempo para amar más y mejor.
La semana que viene, terminaré de contarte más cosas en torno a los aromas que traen paz. Si te ha gustado, te animo a compartirlo con tus amigos a través de las Redes Sociales. ¿Deseas hacerme algún comentario o consulta? ¡Seguro te respondo! Si deseas recibir las entradas directas en el correo electrónico, te he puesto un apartado a la derecha para suscribirte. ¡Un abrazo y hasta la semana que viene!
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Toda una delicia que lo compartas. Feliz de poder leerlo
Me alegra muchísimo que te haya gustado, Pere. Aprovecho para saludarte y desearte un bueníííísimo berano
A mí también me gusta el silencio para ordenar mis pensamientos para encontrarme conmigo misma
Me parece genial que pienses así, Marta:-)
Me he leído los 3 de una sentada y es que me encanta cómo lo cuentas! Hces que me sienta ahí viviéndolo también
Gracias, Loren. ¡Qué alegría!
Cuanto más leo tus artículos más me gustan. Se nota están muy bien trabajados. Congratulaciones.