Imagino que después de todo lo que te estoy contando, pensarás que para mí el verano es algo así como la felicidad … No sé si es por las vacaciones, o porque el calorcito ofrece más ideas para pasarlo lo mejor posible independientemente de la mayor o menor temperatura … Hoy por ello, deseo seguir contándote más cosas acerca de ¿A qué huele el verano?
Si veraneas en España, hay una experiencia que seguro habrás vivido al menos una vez en tu vida, y convendrás conmigo que tiene aroma de verano: ¡Las fiestas de los pueblos!
Es como si en esos días ¡“el verano fuera aún más verano”! Con esos conciertos tan divertidos en la plaza del pueblo, rodeada con sus balcones repletos de gente y los farolillos de colorines y guirnaldas colgando de un extremo al otro, y esos cientos o incluso miles de personas de todas las edades, bailando o dando saltos sobre el suelo de adoquín (Una plaza de pueblo sin suelo de adoquínes de granito no sería una plaza de pueblo “como Dios manda”) al ritmo de la música de “Paquito el chocolatero”, y ese característico olor de ambiente impregnándolo todo que desprenden los puestos de parrillas de chorizo y carne, o de algodón de caramelo, o también de almendras garrapiñadas, o de churros cubiertos de chocolate … Después de bailar y “trotar” hasta las 6 de la mañana … ¡Mañana más!
Si el verano huele a las fiestas de los pueblos, ¡También huele al tan típico cine de verano! Da igual que haga más o menos calor, o que de repente se levante un viento que te obligue a ir con una buena chaqueta … ¡Es como si fuera un espectáculo que nadie se quisiera perder! Ahí ves a las 3 generaciones de una familia, (por supuesto que la abuela tampoco puede faltar) que han venido preparados con todo tipo de cosas, y mientras esperan hasta que pongan la película. De repente ves cómo la madre comienza a sacar de una bolsa bebidas y algo de comida para que «vayan cenando» … No dejo de admirar la buena armonía familiar que desprende la escena
A mediodía, después de tomar las cañas junto con el aperitivo y comer algo con la familia, el verano, sobre todo durante el fin de semana, tampoco sería verano sin su siesta de “pijama orinal y padre nuestro” que decía Cela, el nuestro escritor. El verano también huele a siesta reparadora. Esa siesta que nos descansa haciendo que nos recuperemos de los madrugones del invierno, y de las malas noches pasadas por el tremendo calor … Aunque hay gente que el dormir a esas horas le sienta francamente mal, a los que nos sienta bien, después de levantarnos y tomarnos un buen café con hielo para despejarnos, hace posible que veamos la misma realidad desde una perspectiva aún más positiva.
Hablando nuevamente del amor en verano … ¡El verano huele también a romántico! No sólo a esa ilusión amorosa de cuando tienes 15 años a la que me he referido en la anterior entrada … También huele a esa sensación de lleno que experimentas cuando por la noche, después de ir a cenar o a tomar algo, decides dar un paseo por la playa a ser posible descalzos por el borde de la orilla, con aquella persona que te hace sentir realmente bien, y las estrellas o algo de luna en un cielo raso y limpio, como testigos y centinelas de tu enamoramiento … Quizá suena un poco a película, pero estoy segura de que tú alguna o vez o más lo habrás experimentado en tu vida, ¿Exagero?
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Muy chulo
¡Muchas gracias, Oskar! ¡Un gran saludo!
Esso, ¡que no decaiga el ánimo en el verano! ¡Saluditos desde Chipiona en la provincia de Cádiz!
¡Gracias, Lali! ¡Un saludito desde Madrid!
Me ha recordado a mis veraneos de niña en Torremolinos, de los que guardo el mejor de mis recuerdos